De absurdo en absurdo.


Hace unos meses los limeños nos vimos obligados a asistir a un bochornoso incidente electoral. Se tenía que votar por más de 40 regidores de Lima y por la alcaldesa para saber si se quedaban o debían irse. Casi sin saber muy bien porqué uno a uno los limeños fuimos a votar en las urnas, encontrándonos con una cartilla de muchos nombres que desconocíamos y con la convicción de saber que cuanto más rápido avance la cola más rápido llegaremos a casa.

Si la alcaldesa hacía una buena o mala gestión es cuestión de una discusión perdida pues podemos encontrar argumentos de ambos lados. Pero, lo que no nos contó en su momento Marco el revocador es lo que se vendría después y las consecuencias de un acto si bien cívico y democrático totalmente absurdo.

Por un lado, nos vimos obligados a una votación a ciegas, colmado de rencores ajenos y propios, de prejuicios y bombardas electorales, y por otro, carente de reales convicciones democráticas y mucho menos urbanas.  Luego, la gestión municipal se vio afectada en su desarrollo debido a la mutilación de su equipo, las obras programas tuvieron que tomar nuevos giros y de la nada Lima se volcó en el acostumbrado retardo de gestión municipal. Entonces, al rival político le negamos la posibilidad de cimentar sus bases organizativas y técnicas, le ponemos trabas y claro gritamos a viva voz “Lima no avanza…”, para luego apresurarnos a empezar una campaña electoral que busca un nuevo alcalde o mejor dicho la restitución de uno que no tiene mayor futuro político que el alimentarse de la carroña que sus "galifardos" procrean. Donde queda entonces la vocación urbana de la gestión municipal, y mientras nos pelamos por los gustos cromáticos de nuestros políticos donde queda la ciudad y sus problemas. Nada de esto nos cuenta Marco el revocador que con la más dura de las caras nos dice que todo fue un ejercicio académico. Tremendo absurdo.

Ahora bien, si ya era malo tener que ir a las urnas para votar por la revocación o no de unos regidores desconocidos, resulta hasta cómico ir a elegir a unos nuevos que ni se molestan en hacer campaña. Nuevos regidores que estarán un año en gestión y que no tendrán el tiempo ni para ponerse al corriente de la gestión municipal retrasando aún más la ya alicaída gestión. Otra vez iremos a las urnas a votar como niños jugando “De tin marin de don pingue…”, sin importarnos lo más mínimo quienes sean ni mucho menos que irán a hacer, mientras Marco el revocador probablemente se regocije, en sus aulas académicas, de su gran hazaña quizás diciendo “fíjense muchachos así se caga una gestión municipal cual sea esta…”. Un absurdo aún mayor.


Ahora bien, si de absurdos hablamos, el Perú es el rey de todos, pues la ONPE nos impondrá una multa  a los que no vayamos a votar, por estar convencidos de lo anti democrático y absurdo que resultan estas elecciones, aduciendo nuestra falta de civismo y compromiso democrático. Eso sí, no olvide que el próximo año se suspenderán las clases, se malograran infraestructuras escolares y gastaremos otra millonada de soles pues se vienen las elecciones municipales donde, novedad, elegiremos nuevo alcalde y regidores. Habla Marco, ¿nos echamos otra revocatoria?

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